Continuando el recorrido de egresadas y egresados en el campo profesional, en esta oportunidad nos acercamos a la experiencia de Elisa Barbosa, postproductora de color en el largometraje documental Pax in Lucem.

Recientemente se estrenó Pax in Lucem, un documental dirigido por Emiliano Mazza, que revive la historia del pintor Joaquín Torres-García y su obra. La película es protagonizada por Alejandro Díaz, bisnieto del artista y director del museo que lleva su nombre, quien se embarca en la restauración del mural “Pax in Lucem”, víctima de un incendio en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro ocurrido en 1974, junto a otras 72 obras. Tras la aparición de fragmentos del mural en el Museo Nacional de Artes Visuales, en Montevideo, que se había dado por perdido, y de la misión de su reconstrucción, se dispara un viaje hacia el origen de la obra que revela la fantástica aventura de la vida del artista y su búsqueda incansable de un “arte universal”.
Se trata de una producción nacional en la que trabajaron dos egresadas de nuestra Licenciatura en Ciencias de la Comunicación: Elisa Barbosa (colorista) y Adriana Goznález (productora ejecutiva). Dialogamos con la primera sobre el trabajo en esta película, las características de su formación en la Universidad de la República y los proyectos futuros.
¿Cuál es el rol de la corrección de color en la postproducción?
El rol de la corrección de color se divide en dos aspectos amplios y fundamentales. Por un lado, está el desarrollo técnico de las herramientas de postproducción, como software, computadoras y tecnologías informáticas. Este es un lado muy técnico, que prácticamente se podría describir como de ceros y unos. Por otro lado, está el aspecto opuesto, algo que surge desde lo sensorial, desde lo que sentimos, desde la subjetividad misma del color y la capacidad de compartir mundos y atmósferas para plasmarlos en las películas. El colorista debe ser capaz de unir estos dos mundos, casi como unir dos hemisferios cerebrales para que funcionen en armonía con el color. Al final, se trata de unir la cabeza con el corazón. Me gusta pensarlo de esa manera.
¿Cuáles fueron los principales desafíos a los que te enfrentaste teniendo en cuenta que la película es sobre un artista como Torres-García?
Fue un gran desafío enfrentarme a esta película. De inmediato, me hizo recordar mis primeros encuentros con Torres, cuando prácticamente era una niña y comenzaba a descubrir el arte. Muchos uruguayos experimentamos algo similar: empezamos a conectar con nuestros compatriotas artistas. Esto me reconectó desde un lugar visceral. Desde la semilla de la gestación, cuando me mencionaron esta película comencé a ver a Torres por todos lados. Iba a trabajar y me topaba con una exhibición. Iba al médico (justo me encontraba en una etapa en la que estaba gestando a mi hija) y había un cuadro de Torres colgado. En definitiva, él estaba tocando a la puerta de mi alma.
Conecté enseguida. Cuando Emiliano Mazza, el director de la película, me formalizó su invitación a ser la colorista, curiosamente ocurrió mientras tomábamos un café en una mesa, con mi bebé ya en brazos, en medio del barrio gótico de Barcelona. Lugar donde Torres vivió gran parte de su vida. Sus inicios en el arte estuvieron en gran parte allí, respirando esas calles que Gaudí transformaba en aquella época, y que ahora, casi 150 años después, nosotros volvíamos a recorrer. Arrancando de nuevo desde la gestación, esta vez, la gestación de la obra de Torres.
Ahí comienza el viaje. Yo siento que abracé todo esto. Intenté comprender por dónde iban los colores de Torres, lo cual fue muy difícil porque en ocasiones tomé imágenes de la web, se las compartía a Emiliano y me enteraba de que esas imágenes estaban completamente viradas, que iban en otra dirección, y que el original era diferente. Pero con esta guía logramos acompañar las atmósferas de cada lugar con los tonos que Torres plasmó en cada época de sus cuadros. Con la ayuda de Alejandro Díaz, director del Museo Torres-García, también fuimos escarbando y llegando a las obras originales.
¿Cuál fue el principal aporte que te dejó la licenciatura para poder llevar adelante tu carrera?
La licenciatura me nutrió en varios aspectos. Creo que tiene la versatilidad de permitirte tomar lo que más te haga falta y lo que necesitás. Para mí fue un antes y un después en el aspecto teórico. Este espacio me acercó a muchos autores que hoy guían mi camino a nivel profesional y además me presentó a otros que me hacen cuestionar mis ideas. Creo que eso es lo importante: es un lugar donde uno puede reflexionar y construir su propio "yo", forjando sus propias ideas.
¿Qué te dejó la experiencia de trabajo en Pax in Lucem?
Me dejó una visión de un Torres-García humano, vivo, muy presente en muchos recuerdos. Además comprendí la importancia de la memoria colectiva para poder construirnos como sociedad.
¿Tienes algún proyecto confirmado en el futuro?
En este momento, estoy finalizando mi ópera prima como guionista y directora que se llama La caja negra y que es producida por Montelona Cine. Estoy en la etapa de postproducción de imagen y sonido, lo que ha sido un nuevo viaje desde otra perspectiva. También estoy trabajando con varias directoras y directores a quienes admiro mucho en un documental de Jorge Fierro y en una serie de Dina Yael, producciones de Monarca Films. Es un placer que estas personas sigan nutriéndome y estoy muy agradecida de que todo esto esté sucediendo.
Pax in Lucem se encuentra disponible en Cinemateca, sala que cuenta con un convenio con la Universidad de la República a través del cual se brindan una serie de beneficios a integrantes de la comunidad universitaria, como acceso a bonificaciones.