El 27 y 28 de setiembre los profesores de la Universidad de Concepción (Chile), Julio Torres Meléndez y José Oscar Benito, darán dos conferencias en la Facultad de Información y Comunicación (FIC) de la Universidad de la República (Udelar).

Torres y Vicente - UDEC Departamento de Filosofía

La primera conferencia “Humanos y personas: el problema del transhumanismo” estará a cargo de Torres Meléndez y será el 27 de setiembre a las 18.00 en el salón 404. La segunda instancia, titulada “Dr. Canavero, o: Cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar el trasplante de cabeza”, será la conferencia de Benito y tendrá lugar el 28 a las 19.00 en la misma sala de la FIC.

Torres es profesor asociado del Departamento de Filosofía de la Universidad de Concepción y docente en el Programa de especialización en Psiquatría de Adultos y en el Magíster en Filosofía. Actualmente su investigación se centra en la Filosofía de la Biología y es autor de numerosos artículos sobre este campo y la Filosofía del Lenguaje. Es investigador responsable del proyecto “Esencialismo y biología moderna: un estudio filosófico acerca de los conceptos de especie”. Por su parte Benito es doctor en Filosofía por la Universidad de Valencia y amplió sus estudios en las universidades de Birmingham y Oxford. Sus principales intereses filosóficos están relacionados con temas limítrofes entre la Metafísica y la Ética, como la identidad personal o el libre albedrío, abordados desde la perspectiva de la Filosofía Analítica. Es profesor asistente en la Universidad de Concepción, donde imparte diversos cursos de grado y posgrado y dirige el diploma “Filosofía, sociedad y cultura”.

 

  • Resumen de “Humanos y personas: el problema del transhumanismo” por Julio Torres Meléndez:

El rango de la diversidad de valores puede ser limitado solo si nos comprometemos con una concepción universalista de la naturaleza humana (Orellana 2011). Esta concepción se derivaría de auto-descripciones intuitivas, no culturales, “que guían nuestra propia identificación como seres humanos”, según ha sostenido Jürgen Habermas (2003). Habría prácticas que rechazamos como inhumanas y no solo como inapropiadas moralmente. Algo semejante podría sostenerse respecto de los límites éticos que deberían constreñir las iniciativas biotecnológicas de mejoramiento genético en humanos. Se ha llegado a sostener que estos mejoramientos, reales o posibles, harían evolucionar biológicamente a la humanidad a una nueva condición, hacia una superación de su naturaleza tal como la conocemos, conduciéndonos hacia una forma extendida, o quizás divergente, de la actual humanidad, a una forma transhumana como se ha dicho (Diéguez 2016, Ferry 2017). Las fronteras del biomejoramiento humano deberían encerrar solo aquellas intervenciones que no amenacen con destruir nuestra humanidad tal como la conocemos. Surge entonces la cuestión de determinar, por un lado, qué significa actuar de manera inhumana; y, por otro, qué significa atentar en contra de la humanidad tal como hoy la conocemos. Una respuesta filosófica a estas interrogantes requiere de una respuesta previa a la cuestión acerca de cuáles son las propiedades de esa naturaleza supuestamente universal de lo humano. Solo si tenemos una respuesta a la pregunta de qué es lo humano podríamos tener una verdadera respuesta a la pregunta acerca de cuál es la pluralidad de valores que podemos y debemos respetar o acerca de qué prácticas son inhumanas o barbáricas; y tendríamos también una respuesta a la cuestión acerca de cuáles intervenciones de mejoramiento genético serían tolerables y cuáles inaceptables o monstruosas.

  • Resumen de “Dr. Canavero, o: Cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar el trasplante de cabeza” por José Oscar Benito:

Desde que fue publicada por primera vez a principios de 2015, una noticia insólita ha conseguido atraer la atención de los medios de comunicación de todo el mundo: el neurocirujano italiano Sergio Canavero, conocido por ser el principal defensor del proyecto HEAVEN (Head Anastomosis Venture Project), asegura estar en condiciones de realizar un trasplante de cabeza entre seres humanos vivos. A pesar de que se anunció repetidamente que dicha intervención iba a llevarse cabo de forma inminente, esta fue sucesivamente aplazada y finalmente cancelada, debido fundamentalmente al escepticismo de la comunidad científica (que dudaba de que un trasplante de este tipo fuera técnicamente posible) y de las implicaciones éticas de dicha operación. Sin embargo, en el debate generado en torno a este caso se ha compartido, curiosamente, un supuesto común: que la operación, de llevarse a cabo, consistiría más bien en un trasplante de cuerpo, y que la persona resultante mantendría la identidad con el “donante de cabeza”.

Dicha intuición es compartida por la mayor parte de las teorías filosóficas contemporáneas que, apoyándose tanto en criterios físicos como en psicológicos, pretenden dar cuenta de nuestra identidad como personas. Mi propósito, en la presente conferencia, es cuestionar dicha intuición. En primer lugar, trataré de mostrar que la relación del cerebro con el resto del cuerpo es mucho más profunda de lo que habitualmente se supone, y que la credibilidad de intuiciones como la del trasplante se apoya en nuestra tendencia a identificarnos con nuestra alma o nuestra mente, y a olvidar que somos, esencialmente, organismos biológicos. Argumentaré que la causa última de este equívoco descansa en la aceptación de una serie de presupuestos, cuanto menos, discutibles: por un lado, una concepción del cuerpo extremadamente mecanicista; por otro, una comprensión del yo que lo desvincula del cuerpo en el que se encarna. Finalmente, trataré de defender un enfoque alternativo que nos permita, como mínimo, soslayar algunas de las paradojas planteadas.