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Cine con otros

Conversamos con el docente Federico Pritsch sobre su libro Miradas otras. Cine y subalternidad en el Río de la Plata del nuevo milenio.

Foto. PLano amerciano. De lentes, Federico Pritsch mira a la cámara con las manos en los bolsillos del pantalón. Viste buzo verde oscuro y pantalón marrón. Está apoyado contra las ventanas, atrás la copa de un árbol y parte del edificio de la FIC y el aulario.

En Miradas otras. Cine y subalternidad en el Río de la Plata del nuevo milenio Federico Pritsch, docente de la Sección Académica Medios y Lenguajes Audiovisuales, analiza y reflexiona sobre cómo es representado lo subalterno en el cine argentino y uruguayo en los primeros tres lustros del siglo XXI. Tesis de maestría adaptada al formato libro para animar su lectura, la investigación nace del trabajo en territorio y de una inquietud respecto del poder y la representación del mundo. Sobre esto profundizamos a continuación, en diálogo con el autor. 

Unidad de Comunicación (UC)- ¿Cómo surge la investigación y por qué llevarla a formato libro?

Federico Pritsch (FP) - El proyecto surge de algunas inquietudes que había venido experimentando desde la práctica. Venía de hacer mi primer largometraje documental, Cometa sobre los muros, y también de trabajar en otros documentales desde el Servicio Central de Extensión, siempre junto a colectivos que podríamos entender dentro de este concepto de subalternidad, en el sentido de que ocupan un espacio social de inferioridad en cuanto al poder en relación a un otro dominante, ya sea por cuestiones de clase, de género, de raza o étnicas.

Como documentalista, siempre me hacía la pregunta ‘¿qué lugar puedo estar ocupando como director en cuanto a construir la mirada?’. Estoy trabajando con otros sujetos que están siendo parte de este documental como protagonistas, y en definitiva tengo un cierto poder por ser el que define cómo voy a montar la película, qué es lo que se va a mostrar de esta historia, de esta persona. Entonces, ‘¿en qué medida yo estoy construyendo esa mirada con los sujetos, en qué medida estoy construyendo mi propia mirada, más allá de cómo ven el mundo estas personas?’. Ahí había un problema central que me interesaba investigar.

En 2016 arranqué la maestría en Ciencias Humanas, opción Estudios Latinoamericanos, en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, y mi tesis fue justamente para ese lado: cine y subalternidad en el Río de la Plata. La defendí en 2020, pasaron ya unos cuantos años, pero a fines de 2023 me postulé a una convocatoria anual de la Comisión Sectorial de Investigación Científica para la Editorial Biblioteca Plural de la Universidad, para investigaciones realizadas a nivel de docentes de la Udelar. Traté de adaptar la tesis a un formato libro que fuera de lectura más ágil y atractivo; y bueno, el año pasado lo aprobaron y en los últimos meses arrancamos el proceso de editorial, corrección de estilo, diseño gráfico, y hace unas semanas, quedó publicado.

UC- ¿Cuál fue el criterio de selección de las obras que elegiste para analizar?

FP- Me interesaba investigar la filmografía reciente de Uruguay-Argentina, tomé el periodo del 2000 al 2015, y ahí seleccioné un corpus de películas de ficción y documental. Argentina tiene como ese factor medio espejo, que a veces nos permite ver qué se hace en el país de al lado, a veces sirve proyectar ese universo paralelo y ver qué cosas hay que no se hicieron acá, o de qué formas diferentes.

Traté de que hubiera un equilibrio entre ficción y documental, y también entre las películas de Uruguay y Argentina. Además busqué que pudiera abarcar todo el periodo, que no se acumularan todas las películas del 2000 al 2005, o todas del 2010 al 2015, sino que más o menos dieran un recorrido por esos 15 años. A partir de ahí el criterio fue tomar un cuerpo que tuviera cierta diversidad de formas de representación, algunas que tuvieran cierto distanciamiento respecto a los sujetos representados y después otras que tuvieran procesos más participativos o de creación más conjunta entre los directores y los protagonistas.

Después, un análisis más profundo de esas 10 películas seleccionadas me permitió proponer con mayor detalle algunas categorías sobre diferentes formas de representación, que tomó insumos de la revisión bibliográfica previa, pero que fue generando nuevas herramientas teóricas a partir de ese análisis.

UC- Sobre este tema del tratamiento de la subalternidad, ¿ya había otras investigaciones en otras partes del mundo?

Más allá de algunos pocos, no encontré antecedentes que trabajaran tan directamente cine y subalternidad. Está el caso de Luis Uno Gottberg, que sacó un libro compilado sobre cine y subalternidad en América Latina, un compilado de algunos ensayos que trabaja en clave de analizar películas, sobre todo el cine de Víctor Gaviria en Colombia. Un insumo importante fue una tesis del ecuatoriano Cristian León, que trabajó sobre el concepto de cine de la marginalidad. Después está el campo de los estudios subalternos, tanto del sudeste asiático como del grupo norteamericano que, si bien no se enfocan directamente en el cine, sí se enfocaron mucho en la literatura y en los géneros testimoniales, y pudieron ofrecer algunos debates en torno al lugar del subalterno en la construcción de discursos, y me pareció que algunas discusiones se podían trasladar al cine. 

Incluso la categoría de transculturación narrativa de Ángel Rama, que trabajó en la literatura y que es un modelo que permite pensar cómo algunos escritores latinoamericanos encontraron una forma de escribir que incorporó de alguna manera las culturas populares y subalternas en la cosmovisión de esa escritura, habla del caso de García Márquez, de Juan Rulfo, y cómo de alguna forma esas categorizaciones podían tener en el cine también algunas similitudes con algunas películas.

Cine y desigualdad

UC- ¿Qué dificultades o qué desafíos presenta trabajar con otras personas desde esta idea de la subalternidad a la hora de hacer una realización audiovisual?

FP- Bueno, primero, cuando hablamos de subalternidad en realidad hablamos de algo muy heterogéneo porque es un concepto siempre relacional, la subalternidad no te define si no es en relación a un otro. Yo creo que el desafío, digamos, es que como cineasta uno pueda escuchar qué es lo que estos sujetos quieren y cómo de alguna forma tener una apertura y una sensibilidad para ser los partícipes de alguna forma de la construcción de la mirada, sin caer en la ingenuidad de que uno con darle la cámara, el otro ya de por sí tiene una voz y puede mirar.

En ese sentido a mí me parece que es interesante y auspicioso, por lo menos, algunas iniciativas que surgieron en los últimos años a nivel de algunas políticas públicas en clave municipal. Por ejemplo el programa Oeste Audiovisual del Municipio A, que desde 2019 llevan adelante una escuela comunitaria de cine en el Cerro de Montevideo donde todos los años 60 estudiantes estudian ahí de forma gratuita, con una buena infraestructura y con docentes de calidad, muchos de los cuales dan clases también en la Escuela de Cine del Uruguay (ECU) y en la FIC. 

Me parece que es una iniciativa que de alguna manera busca que la formación en cine y audiovisual no sea exclusividad de quien puede acceder a estudios universitarios o una escuela privada de cine, y que se descentralice de alguna forma la formación, y que quizás dentro de los próximos años puedan ser otras voces quienes dirijan películas.

También en la FIC desde hace unos años vengo coordinando un espacio de formación integral que se llama Creación Audiovisual Participativa, donde trabajamos con estudiantes justamente sobre esa premisa de generar procesos participativos para crear audiovisuales con colectivos. La idea es que los estudiantes aprendan de lo que ese colectivo fue acumulando en su trabajo en ciertas temáticas, y que el colectivo aprenda un poco de cómo hacer audiovisuales, de qué cuestiones a nivel de la comunicación se pueden tomar en cuenta  y a nivel técnico también obviamente, y que sea un proceso en el cual no haya un encargo, donde el colectivo le pida a los estudiantes que le hagan el video, sino bueno, que se abra un poco esa idea de hacer algo en colectivo, que sea una mirada colectiva justamente la que prevalezca

UC- ¿Es esa desigualdad en la posibilidad de hacer cine lo que te motivó a vos inicialmente a meterte a estudiar este tema?

FP- Sí, claramente ese es para mí el centro del problema de investigación. Entendiendo el cine también como una expresión cultural que genera sentidos sociales, que son la base en la cual uno mira la sociedad y define a nivel político el futuro. Esa mirada a nivel histórico ha tendido a ser construida por sectores más bien privilegiados, occidentales, varones de clase media alta, por lo tanto los sectores que están en las antípodas de esos espacios de poder no han tenido la misma suerte. Entonces pensar las diferentes formas en las cuales diferentes movimientos cinematográficos han querido justamente poder subvertir esa relación desigual de poder en la construcción de sentidos sociales, tiene que ver con pensar formas y procesos creativos en los cuales ese otro empieza a tener un lugar protagónico no solamente como sujeto representado desde la mirada de un otro, sino como sujeto que tiene una voz y que de alguna manera puede ser parte en la construcción de la obra también. Hay un eje que tiene que ver con la justicia social de los discursos que construimos en sociedad.

FP- Y pensando en las maneras en que se consume el cine hoy por hoy, ¿no? Plataformas de stream, etc. Y también una atomización de oferta de contenidos. ¿Obstaculiza la circulación de este tipo de cine que vos mencionas?

El tema de la circulación y la recepción es un gran tema, en este trabajo lo abordé un poco transversalmente pero amerita después otras investigaciones con más profundidad. Sí, una de las cosas que se concluyen es si bien hay algunas iniciativas que son bastante rupturistas en cuanto a buscar formas de lenguaje más colectivas, lo que termina sucediendo es que cuanto más se aleja del código del tipo de cine mainstream, después más marginal termina siendo su circulación. 

Es interesante ahí, un fragmento del documental argentino Estrellas (uno de los documentales estudiados en el libro), sobre un militante social en una villa que promueve el trabajo de actores de la villa para diferentes producciones y defiende esta cuestión de decir ‘nosotros además de conseguir trabajo podemos contar historias desde este lugar’ y cuando van a hacer un festival de cine villa donde mostrar las producciones que se filmaron en el barrio dice, ‘bueno, en realidad para que vaya alguien a ver lo que nosotros mostramos tenemos que pasar Misión Imposible 3 y en la previa les pasamos los cortos que hicimos nosotros porque si no, no va nadie’. Es interesante porque ilustra cómo a veces el cine que desde la representación busca incluir al subalterno, a los sectores populares, después no es consumido por esos mismos sectores y acapara más la atención de un público “intelectual”, académico, cinéfilo, que busca esa ruptura en el lenguaje.

 

Miradas otras. Cine y subalternidad en el Río de la Plata del nuevo milenio fue presentado el 13 de junio en el marco del 13° Festival Internacional de Cine y Derechos Humanos Tenemos Que Ver (Ver aquí).

 

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Cordón Norte, trabajo final de grado premiado en el festival internacional Tenemos Que Ver

Conversamos con dos de las realizadoras, las egresadas Camila Colman y Florencia Kurunian.

Fotografía. Camila Colman, directora de Cordón Norte, sostiene el premio a Mejor Cortometraje Nacional del Tenemos Que Ver 2025.

Que la película pudiera verse en pantalla grande ya era mucho. Nunca imaginaron los reconocimientos que llegaron después. Cordón Norte, trabajo final de grado, de Camila Colman, Florencia Kurunian, Julieta Álvarez y Paulina Álvarez, cuenta la historia de un centro social autogestionado por un grupo anarquista en Montevideo. Lo hace a partir de la figura de Maximiliano, profesor de boxeo en el centro cuya sede, una casa tomada ubicada frente a la Plaza Líber Seregni, está a punto de ser desalojada.

A principios de junio, la película recibió el premio del público a Mejor Documental en el 8° Festival Universitário de Cinema e Audiovisual, Assimetrias, y la semana pasada ganó la competencia de cortos nacionales en el Festival Internacional de Cine y Derechos Humanos Tenemos Que Ver.

Unidad de Comunicación (UC) - Empecemos por el Festival de Cine y DDHH. ¿Cómo fue recibir este premio? ¿Lo esperaban?

Camila Colman (CC) - No. Sí tenía la esperanza en el sentido de que hicimos un gran esfuerzo y confiaba en el proyecto, pero había otros trabajos muy buenos, que a nivel visual y técnico me habían encantado. Incluso con Flor (Florencia Kurunian) comentábamos sobre los cortos que pensábamos que serían los ganadores… Nos postulamos simplemente con la ilusión de poder exhibir en una pantalla grande de cine, que en este caso fue Cinemateca. Ni siquiera reparamos en que había premio.

UC- ¿Cómo fue la exhibición?

Florencia Kurunian (FK) - Tremenda. Estábamos muy nerviosas por ver nuestro trabajo ahí. Que los estudiantes tengamos la posibilidad de que el cine que hacemos se vea y sea valorado es un montón. 

UC- Imagino que Cordón Norte fue su primer trabajo o uno de los primeros…

CC- De esta envergadura sí. En el marco de (la unidad curricular) Documental II hice un cortometraje un poco más corto, de 14 minutos, que en realidad fue en paralelo con el proyecto de grado. También tiene que ver con el boxeo. Por eso llegamos a Cordón Norte, porque estábamos en una investigación de boxeo. 

Del boxeo al anarquismo

Por el camino de esta investigación, después de haber recorrido un buen tramo, es que las realizadoras se encuentran con el centro social. “Fue por una docente que me comentó que tenía una amiga que hacía boxeo ahí más a nivel lúdico”, contó Colman. “No competían pero además lo tomaban como una militancia. Qué es esto del boxeo militante, dije. Hicimos contacto con Maximiliano, que es el entrenador. Recuerdo que fuimos al centro por primera vez un feriado que llovía, no había nadie, y ahí nos contó sobre lo que hacían y sobre el desalojo. Enseguida vimos que había un conflicto muy enmarcado. Además empezamos a ver que iban personas de todo tipo. Desde un politólogo a alguien que vivía en situación de calle. Todos tenían un sentimiento de pertenencia y había un compañerismo, una cooperación que dijimos ´qué lindo esto que está pasando acá´”.

Llegar a que la cámara no se note, incluso lograr que Maximiliano aceptara ser el protagonista de la historia llevó un arduo trabajo. “Cuando dijimos formalmente que queríamos hacer la película ya había un vínculo construido”, apuntó Florencia. De lo contrario iba a ser difícil que no se armara un personaje para la cámara, que era lo contrario a lo que buscaban, explicó.  

UC- ¿Cuál creen ustedes que es el tema principal de la película?

FK- Creo que la resiliencia. Porque ellos están todo el tiempo. Hubo muchas asambleas que no pudimos acompañar, pero en la que aparece en el corto hablan de un posible lugar para seguir con el proyecto. Entonces hay un tema de insistir y no querer que eso que formaron deje de existir. 

También el anarquismo es un tema sobre el que a lo mejor tampoco se conoce mucho. Éramos cuatro mujeres metidas en un ambiente en el que pensábamos que no íbamos a poder adentrarnos y contar la historia de verdad, sin juicio. Quisimos retratar una realidad que en Uruguay existe y que no es muy visible, desde un costado humano, cotidiano. 

CC- Íbamos inclusive a entrenar, sin cámara. Fue todo un proceso de investigación y de acercarnos para estar más con ellos y que no nos sintieran ajenas. Entonces llegó un punto que cuando estaba la cámara  se olvidaban y seguían su rutina como lo hacían todos los días. 

UC- Volviendo al tema de los premios, ¿qué implicó para ustedes recibir también el premio del público de Assimetrias?

CC- Haber quedado seleccionadas para nosotras fue una locura. Siempre nos imaginábamos sacar el corto de la FIC. Pero moverlo acá, no moverlo en otro país. Así que no lo veíamos con muchas posibilidades. Fue un laburo, primero porque hubo que acortar el material y después subtitularlo al portugues. Casi no nos presentamos. Pero el docente Juan Pellicer nos insistió. Ese incentivo, una vez más el apoyo de los docentes confiando en nosotras, fue fundamental. Cuando anunciaron quiénes habían ganado, Flor mandó al grupo (de WhatsApp) de tesis la historia de Instagram, yo la miraba y la volvía a mirar y no podía creer. Un orgullo tremendo, para mí no hay mejor premio que el público lo reciba con cariño y con amor. 

UC- ¿Por qué les parece que el público lo recibió así?

FK- Creo que mostramos otra imagen de lo que se conoce sobre el anarquismo, en el sentido de mostrar la parte más humana. Y también que el centro social estaba escondido, Había mucha gente que no tenía ni idea de qué era lo que sucedía ahí dentro. Nosotras nos centramos en las clases de boxeo, pero había mucho más. Como hicimos un corto no podíamos mostrar todo lo que pasaba en ese lugar pero nos propusimos retratar la parte más humana y creo que lo logramos. Tal vez eso es lo que a la gente le llamó la atención y también sentirse cerca de esa realidad, que era lo que buscábamos. 

Un camino que sigue

Cordón Norte llevó a Camila a contactar nuevamente con un deporte que comenzó a practicar de niña y que la apasiona. “Por mi papá. De chiquita me decía: ´Cami, así es la guardia, así son los golpes´. También me sentaba a mirar peleas y me contaba sobre la vida de cada boxeador”. 

Con este proyecto, retomó las prácticas que había dejado a los 13 años y se convirtió también en jueza, la única mujer que integra actualmente el equipo de la Comisión de Boxeo Amateur y Profesional de Uruguay. 

Además, junto a Florencia y otras personas que colaboraron con la película, ya como egresadas, trabajan en otros proyectos vinculados con el boxeo con la intención de presentar una miniserie. 

Siguen en contacto con algunas personas del centro social y aunque aún no han podido coordinar, les gustaría mostrarles la película personalmente, para poder intercambiar y compartir sobre lo que significó hacerla.  

Recientemente postularon el corto al Festival de Cine Nuevo 2025 que se realizará en octubre, y mientras esperan el resultado de esa convocatoria, siguen buscando oportunidades para circular el material. 

El cortometraje documental Cordón Norte es parte del trabajo final de grado de las egresadas Camila Colman, Florencia Kurunian, Julieta Álvarez y Paulina Álvarez. Fue tutoreado por los docentes de la Sección Académica Medios y Lenguajes Audiovisuales Federico Beltramelli y Daniel Fernández.

 

Tipo de noticia
Secundaria